''Los economistas vemos números y conceptos que parecen áridos pero el fin último es que las personas vivan mejor''

Nota Natalia Verdún

Eligió la economía por el gusto por las matemáticas y por su interés en colaborar de alguna forma con el país.

Todavía siendo estudiante ingresó a la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, se fue a Chile a realizar un maestría y a la vuelta fue convocada para trabajar en temas de deuda en el ministerio de Economía. No tenía preparación específica sobre ese aspecto pero aprendió rápido, tal vez demasiado: al poco tiempo de ingresar al ministerio, estalló la crisis del 2002. 

Hace un año dejó el ministerio y en la campaña electoral pasada Luis Lacalle Pou la nombró como ministra de Economía de un posible gobierno del partido Nacional.

 

- ¿Cuáles fueron sus motivaciones a la hora de elegir su carrera profesional?
- No fue fácil elegir una carrera a estudiar. Pensemos que hace unos veinticinco años además teníamos la idea que una carrera era para todo la vida, que el área en donde estudiábamos iba a ser el área donde íbamos a trabajar. Eso no sucede hoy, donde en general las carreras son más flexibles y lo que nos brindan es un método, una forma de encarar problemas, pero luego terminamos trabajando en algo que quizás ni existía cuando estábamos estudiando. Cuando tuve que decidir qué estudiar, lo único que tenía claro era que me encantaba Matemáticas y que tenía una gran vocación por colaborar de alguna manera, sin saber bien cómo, con mi país. Tenía una fuerte inclinación por atender las preocupaciones sociales que veía. A eso se sumó que tuve mucha suerte en estudiar la materia de economía en el bachillerato internacional, algo que a nivel del bachillerato de secundaria aún no estaba (era increíble porque se elegía estudiar economista sin saber lo que era economía). Esa posibilidad en el liceo me dio la oportunidad de descubrir un mundo muy atractivo, muy dinámico porque lo que parecía un mismo problema (inflación, déficit fiscal) tenía soluciones muy diferentes de acuerdo al contexto en que se daba. A mí me atraía en particular que esos conceptos que parecían tan fríos, terminaban impactando de forma muy fuerte en la vida de las personas. Si no se podía contener el aumento de precios, la gente cada vez podía comprar menos bienes básicos o compraría bienes de peor calidad, lo que influía directo en su calidad de vida.
En Economía encontraba una ciencia social, por lo tanto no exacta, pero que tenía bastante base de matemática en los modelos que intentan explicar los comportamientos de las personas.


- ¿Qué recuerdos tienen de esos primeros años de facultad y sus aspiraciones como profesional? ¿Cómo se visualizaba como economista? 
Mis recuerdos en la Universidad de la República son muy lindos tanto por los compañeros que conocí y que hasta el día de hoy forman un grupo de amigos y amigas muy cercano como por la diversidad de materias que teníamos. Enseguida me di cuenta que lo que más me gustaba era lo que tenía que ver con la economía del país y no de una empresa y en cuanto tuve oportunidad me incorporé a una cátedra de Economía, dirigida por el Prof Davrieux, de quien aprendí mucho. 

Mis aspiraciones como profesional, creo que siempre fueron trabajar en lo que me gustaba, en donde me sintiera cómoda. Cuando uno tiene la suerte de poder trabajar en lo que le gusta, va a tener un gran entusiasmo y energía en lo que hace. Como dije recién, al gustarme más los aspectos de la economía de un país, me visualizaba trabajando en temas macroeconómicos, pero no tenía idea desde qué lugar lo iba a hacer.
Cuando cursaba quinto año me llamó el entonces director de la OPP (Oficina de Planeamiento y Presupuesto), el economista Javier de Haedo, junto a otros tres alumnos para formar un equipo de trabajo ahí. Ese fue mi primer trabajo en el sector público y me sirvió además de poder trabajar junto a un gran profesional como el Ec De Haedo, a quien en ese entonces no conocía, para darme cuenta lo mucho que me gustaba trabajar en algo que era directamente para el país.
En donde jamás me visualicé fue gestionando la deuda del país, porque no tenemos en facultad una materia sobre manejo de deuda soberana. Por eso, cuando volví de hacer una maestría en Chile y me llama Isaac Alfie, quien en ese momento era el Director de Asesoría Macroeconómica para trabajar en temas de deuda en el Ministerio de Economía y Finanzas, le dije que yo no había estudiado nada de eso en mi postgrado. Pero fui aprendiendo del tema, quizás a un ritmo muy acelerado obligado por las circunstancias, porque al poco tiempo que ingresé Uruguay entró en una severa crisis de deuda.



- Durante sus años de trabajo en el ministerio de Economía y cuando fue nombrada como eventual ministra de la presidencia de Luis Lacalle Pou fue destacada por ser mujer y ser joven ¿cómo observa la participación de las profesionales en cargos de jerarquía o tomas de decisiones tanto en el ámbito público como en el privado?
- El porcentaje de mujeres profesionales en cargos de toma de decisiones tanto en el ámbito público como privado es aún bajo. Yo creo que no debemos centrarnos en si el número es el adecuado o no, pero que el foco debe de estar en si las mujeres tienen las mismas oportunidades que los hombres para poder participar en esos cargos. El objetivo no debería de ser alcanzar tal número de mujeres en un directorio, en el parlamento, en el equipo de investigación de tal tema, pero sí debería de ser que todos tengamos las mismas oportunidades. Cuando digo todos, no sólo incluyo a ambos géneros, sino que la inclusión debe de ser a todo nivel: igualdad de oportunidades independientemente del sexo, el color de nuestra piel, la edad, la opción sexual, nuestra opinión política.
El ser tratados por igual, sin ninguna discriminación, es un derecho básico, pero que mucho veces no se respeta. Si no somos discriminados, los diferentes lugares o cargos serán ocupados por las personas que estén más preparadas para hacerlo, de acuerdo a sus propios méritos.
Creo que en Uruguay estamos aún muy lejos de esa situación, por lo cual herramientas como la ley de cuotas para impulsar la participación de las mujeres en el parlamento puede ser un instrumento transitorio. Pero lo que a mí me parece más importante es tener presente que todos debemos tener igualdad de oportunidades para acceder a los distintos lugares de trabajo.
Creo también que el camino para lograr ese tratamiento igualitario comienza con temas simples. Por ejemplo, en que en los hogares se entienda que las tareas domésticas y la crianza de los hijos, deberían de ser tareas compartidas entre el padre y la madre.



- Durante la crisis que se inició el año 2002 usted integraba el equipo de trabajo del ministerio de Economía como asesora en el área de macroeconomía ¿Cómo vivió a nivel personal esa etapa? ¿En qué incidió en usted como profesional el haber vivido esa experiencia?
- Fue una época muy intensa en lo laboral, con un gran aprendizaje y un período muy sacrificado en lo personal. Todos trabajábamos largas horas, con mucha presión. Y yo en ese momento tenía dos hijos chiquitos, así que no era fácil. Pero la calidad humana del equipo de gente del Ministerio de Economía era excepcional (y también del Banco Central y de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto con quienes compartimos varios fines de semanas encerrados en el Ministerio). Fue una crisis financiera y económica muy profunda con gran impacto social. Nuestro trabajo consistía, por un lado en buscar la mejor salida para una crisis de deuda inminente, ya que no teníamos los recursos para pagar las obligaciones del gobierno que vencía en los próximos meses. Por otro lado se discutía con el Fondo Monetario Internacional para convencerlos de que había que encontrar una solución y que la salida no podía limitarse a no honrar los compromisos de deuda contraídos, lo que se llama default. También el Frente Amplio proponía no pagar la deuda, pero el diálogo en ese caso lo llevaba adelante básicamente el Ministro de Economía, Alejandro Atchugarry. En definitiva, se debía trabajar en el diseño de un canje de deuda con muchos aspectos técnicos muy delicados a la vez que se negociaba duramente con el Fondo para recibir apoyo financiero y tener la posibilidad de realizar un canje en lugar de hacer default.
Sin duda que la experiencia de la crisis de 2002 y en particular el canje de deuda que Uruguay llevó adelante en Mayo de 2003 tuvo un gran impacto en mi carrera profesional. Fue muy duro vivir una crisis de esa magnitud desde adentro del gobierno. Uno ve que se toman decisiones difíciles para sacar al país de una situación compleja, pero que las mejoras tardan en llegar. Mientras tanto, se sufre con el daño social que se vive y que además tardará en reponerse, mucho más de lo que tarde recuperarse la economía.
A nivel particular del canje de deuda, con el tiempo uno se da cuenta que fue una operación muy novedosa en varios aspectos. La propuesta consistía en ofrecer canjear los títulos de deuda que había emitido Uruguay por otros instrumentos que básicamente tardarían unos años más en repagarse. Hoy en el mundo se reconoce que la manera en que Uruguay llevó adelante este proceso tuvo muchos elementos destacados: se sentó a dialogar y escuchar las demandas de los inversores de manera que se pudiera ofrecer una solución que calzara con los intereses de todos los grupos; se instrumentaron distintas herramientas de premio y castigo para incentivar la participación en la operación; se dio el mismo tratamiento a todos los inversores sin discriminar si era uruguayo o extranjero, si tenía un título que vencía en un año o en veinte; se introdujeron cláusulas legales que facilitarían un eventual futuro canje, algo que luego fue replicado en la mayoría de los países.
Hoy Uruguay es todavía un ejemplo de cómo se encaró el problema de deuda y es consultado frecuentemente. Por otra parte, a mediados del año pasado el Fondo Monetario Internacional publicó un trabajo que presenta su nueva actitud hacia este tipo de crisis, que en grandes rasgos es muy similar a la conducta seguida por Uruguay en el 2003, y que fue criticada por la institución en su momento. Desde que dejé el Ministerio de Economía hace un año, he apoyado en algunas oportunidades al FMI en el estudio de casos concretos para países que tienen que revisar su gestión de deuda. En definitiva, para mí fue una experiencia muy relevante a nivel profesional.



- Según el FMI, Uruguay será el único país de América del Sur que crecerá por arriba del promedio durante este 2015. En este contexto regional que tiene a Brasil en una situación delicada a nivel financiero y político ¿Qué se puede esperar para nuestro país y dónde se podrán apreciar los efectos, si los hubieren?
- En efecto las últimas estimaciones del FMI del mes de abril pasado, indican que América Latina y el Caribe crecerán apenas por debajo del 1%, Argentina tendrá una leve caída en el nivel de actividad, mientras que Brasil tendría una contracción de 1%. En ese contexto regional complicado, el FMI estima que Uruguay crezca algo menos que 3% (2.8%). Esta cifra no es mala, pero muestra una desaceleración de la economía uruguaya. Vamos a seguir aumentando el nivel de actividad, pero a un ritmo menor y lejos del promedio que se observó en los últimos diez años. Esta desaceleración del producto tendrá efectos en el mercado laboral, lo que ya se está comenzando a percibir. A su vez, el país continúa con niveles de inflación alta (por encima del 8%) y con niveles de costos para las empresas también elevados, es decir un "costo país" elevado en comparación a la región. Todos estos elementos deterioran la competitividad de nuestros productos lo que termina también afectando al mercado laboral.
Como dije, hemos tenido diez años de crecimiento sostenido, en promedio casi 5.5% de crecimiento anual, que no fue aprovechado en preparar al país para cuando se perdiera dinamismo en la actividad. En economía se observan ciclos económicos, a las épocas de bonanza le siguen épocas de desaceleración del crecimiento del producto, por lo cual hay que aprovechar los tiempos de vacas gordas para cuando vengan los de vacas flacas.
Es una lástima que se perdiera la oportunidad de avanzar en temas como la educación, clave para el desarrollo de las personas y el crecimiento del país, en infraestructura de transporte por ejemplo, que quienes circulamos por el país enseguida notamos el estado y el peligro que son casi todas nuestras rutas y caminos, en tener un sistema de salud de mejor calidad, en solucionar el problema habitacional para los alrededor de 50.000 hogares que hoy siguen viviendo en asentamientos. Es una lástima que además no se haya tenido un comportamiento fiscal que implicara guardar parte de los ingresos que eran extraordinarios porque los tiempos eran extraordinarios, para que los podamos usar ahora que empezamos a tener tiempos más normales.



- Usted ha manifestado en varias oportunidades que fue catequista y trabajó voluntariamente dando clases de apoyo a niños de contexto crítico ¿Actualmente tiene oportunidad de realizar trabajo voluntario? ¿Cómo canaliza su vocación de servicio?
- Lamentablemente hace unos años que no tengo oportunidad de hacerme un tiempo para lo que se denomina trabajo voluntario. Tengo una familia con tres hijos, trabajo bastante y buena parte de mi trabajo sigue siendo viajando. Todavía me siguen reclamando en la parroquia del barrio para que algún día aparezca. Pero yo creo que además del tiempo específico que uno puede dar en estas tareas concretas, que es muy importante, también es relevante tener la sensibilidad para entender las situaciones de aquellas personas que tienen distintas carencias: económicas, de salud, afectivas. Cuando uno está atento a eso, creo que desde cualquier lugar se puede intentar apoyar a esa persona que está más vulnerable.
De alguna manera todo el tiempo que estuve en el Ministerio (casi quince años) sentí que canalizaba mi vocación de servicio en mi trabajo en el sector público. Porque como decía al principio, los economistas vemos números y conceptos que parecen áridos, pero el fin último de la política económica es que las personas estén mejor. Y yo la verdad es que lo siento así. Visualizo el trabajo del servidor público como una manera de colaborar para que las personas que no son tan privilegiadas, puedan estar mejor y tener mejores oportunidades.
Desde que dejé el Ministerio ya no ejerzo más la función pública, pero sigo apoyando a los legisladores del Partido Nacional para que puedan llevar adelante su tarea por el país de la mejor manera posible.


- Luego de más de una década en el ministerio de Economía ¿cómo es su actividad profesional actual?
- Justamente como decía en la pregunta anterior, estoy trabajando en el diseño de una estructura de apoyo a los legisladores del Partido Nacional, así como a quienes ejercen cargos ejecutivos. Estamos estudiando distintos temas que son relevantes en lo inmediato pero también en los próximos años. Esto es parte de un proyecto integral de fortalecimiento del que habló el presidente del Directorio, el senador Luis Alberto Heber, en la reciente convención del Partido Nacional. Una de sus partes consiste en el fortalecimiento del Centro de Estudios del Partido como una unidad interna que dé apoyo a quienes ejercen tareas de responsabilidad política. Estoy trabajando en ese proyecto junto con el Doctor Pablo da Silveira, que fue el jefe de todos nuestros equipos técnicos. Durante la campaña política se crearon distintos grupos de trabajo con gente muy valiosa, con mucho conocimiento y muy comprometida con nuestro país. Tenemos la obligación de organizar nuestras ideas, potenciarlas y seguir trabajando por un mejor país. Nuestra obligación es con todos los uruguayos.

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