Entrevista a Pablo Forlán

"Cada vez es más dificultoso ir a una cancha de fútbol con un niño, con su familia, porque no sabe qué va a pasar"

Hasta los 14 años hizo mucho deporte: pasó por el básquetbol, el voleibol, el frontón, la natación y, obviamente, el fútbol. Justamente por este último se instaló en Montevideo. En esos primeros tiempos vivió en una pensión con otros 20 y pico de jóvenes. Todos con el sueño de jugar en primera división. Él lo cumplió: jugó y dirigió, acá y en el exterior. Y el apellido, que ya venía con la carga de la pasión por el fútbol de su padre, sigue sonando en Uruguay y en el mundo gracias a su hijo, Diego. 

De sus comienzos en Peñarol, de la violencia en las canchas y de la realidad de los jugadores que recién empiezan habló Pablo Forlán.

 

- ¿Cómo fue su llegada a Peñarol?
- Vine a entrenar a Peñarol, hice una práctica, jugué un partido amistoso y quedé. Etchegoyen (José) era el técnico de esas divisionales inferiores y el director deportivo- como se llama hoy- era Juan Alberto Schiaffino y, bueno, al terminar el partido me esperó Schiaffino y me dijo que querían que me quedara porque me veían condiciones y querían que firmara contrato. Así de siempre fue.


- ¿Cuáles eran esas condiciones que hicieron que inmediatamente lo contrataran?
- Tenía ciertas condiciones: jugaba en la mitad de la cancha, tenía lo que se dice hoy el "ida y vuelta". Me iba mucho adelante, hacía goles, de larga distancia....y eso sin duda les atrajo. Yo en ese amistoso,que ganamos uno a cero, hice el gol. Y tenía ese despliegue de andar por el campo, de no quedarme estacionado nunca en una posición y tener buen pase y buena pegada al arco.
Así que llegó a Montevideo siendo un adolescente ¿conocía la ciudad o le era totalmente extraña?
A Montevideo venían mucho porque tenía tías, que se habían venido hacía muchos años de Mercedes, y las visitábamos. Extrañaba pero la ciudad no era tan desconocida.

Además, mi padre me traía a ver mucho fútbol porque él fue jugador de la selección de Soriano, técnico del Bristol de Mercedes, donde yo también jugué, entonces veníamos mucho a ver a Peñarol...como ha venido siempre mucha gente del interior a ver fútbol. En aquellos tiempos nos tomábamos la ONDA. Eso de venir a ver fútbol era importante para mí porque veía a grandes jugadores, en aquella época no se iban al exterior como se van hoy de 15 años...en esa época eso no existía.

El gran éxodo del fútbol uruguayo empezó en los años 70, cuando yo me voy a San Pablo. Ha sido una sangría muy grande. Entonces en aquella época uno tenía la suerte de ir al estadio y verlos y , además, no había problemas, todo el mundo iba con la familia, las hinchadas iban juntas. No existía esto que existe hoy, esto que pasa en el fútbol pasa en la sociedad, esto pasa todo los días y sin duda uno como uruguayo le duele mucho. Esa misma gente que está haciéndole tanto mal a la sociedad uruguaya, los sábados y los domingos se pone las camisetas de cual o tal equipo y se va a la cancha. Son los mismos. Yo creo que esto...muchas veces se habla de los dirigentes tienen que tomar medidas, pero acá tiene que venir un verticalazo de arriba, esto se soluciona con un verticalazo de arriba...no sé.Hoy lo que estamos encerrados somos los uruguayos y los que hacen mal andan sueltos...una cosa que no da para entender porque cuando uno va al exterior nos preguntan y se traslada a otros países. Pero estamos así.


- Usted podría vivir en otro país, ante esta situación ¿por qué elige seguir en Uruguay?
- Porque me gusta mi país y no tengo porqué irme yo. Creo que los que tienen que ponerle un fin a esto son los gobernantes y ¡ojo! Que si hay una cosa que a mí nunca me gustó es la política. Me vinieron a buscar de varios partidos y nunca acepté porque creo que el deportista no debe meterse en eso.... sí tengo el derecho muy lindo de votar, que para todo el pueblo uruguayo es una sensación muy linda de poner el voto en la urna. Pero no le echo culpa a este gobierno ¿me explico? esto se viene arrastrando hace muchos años pero cada vez es más dificultoso ir a una cancha de fútbol con una niño, con su familia porque no sabe qué va a pasar.

Yo tengo la suerte de ser campeón de América (N.de.R en el año 1967. Tras el triunfo 1 a 0 contra Argentina) Jugué más de 45 partidos en la selección y por eso me dieron un carné de vitalicio pero igual ,siendo al lugar que voy, privilegiado, ir al palco, me voy cinco minutos antes porque no quiero que pase algo o que alguien me diga algo. Entonces... Peñarol va ganando, perdiendo o empatando y a los 42 minutos me levanto del asiento y me voy. Antiguamente uno se quedaba hasta el final, conversando en la tribuna. Todo eso cambió. Y el fútbol ha perdido convocatoria por esto pero además porque por la televisión uno tiene un panorama de cancha que estando allí uno no la tiene, a uno le gusta ver cómo se pare el equipo, como se mueve. El fútbol por televisión es otra cosa. Hoy la gente está viendo más fútbol por televisión y a la cancha va cada vez menos, por esas cosas.


- Usted habló de "sangría de jugadores". A esa emigración se suma que los jugadores son contratados cada vez más jóvenes ¿Cómo afecta eso no solo a la calidad del juego sino también a nivel personal? Porque muchas veces puede generar una expectativa que no se cumple.
- Es verdad. Y ahí pasa por los mayores, por los papás, las mamás que, en general, piensan que todos pueden ser un Suárez, un Cavani, un Forlán, un Muslera o Cáceres y , está comprobado, que el porcentaje que llega a ese nivel es un 0,90 o 0,99. Claro que hay un montón de otros jugadores que tienen que seguir existiendo porque si no, no se arma un equipo pero todos piensan que pueden ser jugadores de selección y no todos pueden ser así. Yo digo, me da la impresión, que ha venido un desespero familiar muchas veces a nivel de sus padres o hermanos y las cosas, cuando se fuerzan, no salen bien.

Creo que el fútbol y el jugador llega haciendo la escalera, como yo siempre decía cuando era técnico. A nivel de juveniles hay que hacer la escalera: estar en séptima, sexta, cuarta y hay algún jugador que saltea algún escalón pero hay que tener cuidado porque cuando se rompe un escalón vienen las frustraciones grandes. Uno fue a la escuela, fue al liceo y en el fútbol es lo mismo, no hay otra. Hay que ir todos los días, hay que hacer los deberes, tiene que descansar...y esto para el deportista en general, no solo el jugador de fútbol. Las horas de la noche son para dormir. Yo me acostaba a las 10 y me levantaba a las 8 y no es lo mismo dormir eso que, como muchas veces pasa, acostarse a las 3 de la mañana y dormir pocas horas . Porque el dormir también es un entrenamiento, el descanso,las vitaminas, comer en hora y sano. En 20 años una vez sola me desgarré cuando hoy hay jugadores que tiene lesiones dos o tres veces por año. No tuve problemas de rodillas, lo único, que es normal y que hoy también sufro, es la artrosis en los tobillos...que es el común denominador de cualquier deportista.

Uno también ayudó haciendo una vida sana. Porque hay que hacer la escalera, como le decía, pero hay un peldaño larguísimo para poder jugar y mantenerse muchos años.


- ¿Y qué papel juega en ese tema de las presiones familiares el hecho de, muchas veces, venir de contextos socio económicos críticos? Porque muchas veces el fútbol es la llave para el ascenso social.
- Si, hay casos, hay muchos casos pero eso también es un verso que se está vendiendo hace muchos años. Yo vengo de una familia en la que mi madre trabajaba, mi padre era pintor y en mi casa me dieron los valores y me los dieron con ejemplos: se levantaban de mañana a trabajar y yo me quedaba con mi abuela y era la que me crió pero lo que hicieron mis padres por mí fue mucho.

Ellos me daban su ejemplo de trabajo, de educación, de sentarme a la mesa al mediodía todos juntos, los domingos en familia y que las cosas iban a llegar en su momento, en el momento en que iban a llegar.

Volviendo a su llegada a Montevideo, en ese momento debió aprender a convivir con más jóvenes que estaban en su misma situación.

Sí, claro, en una pensión del club. Yo fui a la de Pocitos, en Av. Brasil, porque había tres o cuatro jugadores de Mercedes. Pero había otra en la zona de Palermo. Y ahí viví con chicos de Mercedes, de Paysandú, de Artigas, de Florida, Tacuarembó, Salto...había de todo. Éramos 25 con ilusiones; todos llegamos a jugar en primera, algunos en Peñarol y otros en otros clubes.

La casa todavía existe y siempre estoy por parar a ver qué es...el matrimonio que lo gestionaba era húngaro, nos daba las indicaciones y teníamos que ayudar a limpiar y mantener el orden.


- ¿Cuánto tiempo vivió allí?
- En esa pensión estuve dos años porque luego ya pasé a primera. Llegué a mediados del 63 y finales del 64 ya estaba en el plantel principal. Durante ese tiempo iba cada 15 días a Mercedes, hasta que mis papás se vinieron a Montevideo. Había nacido mi hermano y se vinieron para acá para estar todos juntos.

En su caso ese ascenso en "escalera", como lo definió, fue rápido. Se saltó escalones...
Sí e increíblemente estaba al lado de los jugadores que yo escuchaba en los relatos cuando me juntaba con mis amigos del fútbol de Mercedes a oír los partidos: Spencer, Sasía, Maidana, Rocha, con quien estuvimos más de 10 años juntos, aquí, en Brasil y en la selección. Se nos fue el año pasado y somos como hermanos.

Para pasarlo a esta época.... si no se hubieran ido los Cáceres, los Luganos, Arévalo Ríos, Suárez, Cavani, Forlán, el Cebolla...imagínese todos los muchachos de esta selección repartidos en Peñarol, Nacional y en otro cuadros y venir uno del interior a juntarse con todos estos. Para mí fue una cosa muerte. Y después fuimos campeones. Cosas muy fuertes.

 

- Su primer pasaje internacional fue a Brasil ¿cómo fue la salida de Peñarol? ¿estaba con ganas de irse?
- Había un empresario, Juan Figer, que me vio jugar allá y ahí le comenté que había pocos empresarios. En ese momento habría dos o tres... ahora por cuadra hay 10, todo el mundo es empresario, lo ven y lo primero que hacen es darle una tarjeta (risas) pero en ese momento eran muy pocos y le dije si no veía para dedicarse a eso y él me comentó que le gustaba y que podía tener un equipo para mí. Al mes me llamó, era sobre el final del año 69, estábamos jugando una Supercopa que la ganó Peñarol y me llama y me dice que viene que lo vaya a buscar al aeropuerto...vino un par de veces y a la tercera vez compró el champán y me fui al San Pablo. Ese fue el primer pase de Juan Figer, el segundo fue Héctor Silva, el Lito, el tercero fue Rocha, el cuarto fue Figueroa y el quinto Mazurkiewicz. Cinco de Peñarol se llevó. Era y sigue siendo muy peñarolense. Estaba instalado allá y sigue allá, obviamente. Se merece todo lo bien que lo va porque es de los empresarios que yo llamo serios.


- ¿Y cómo debe ser un empresario "serio"?
- Sin duda que la prioridad la debe tener el jugador, hay que ayudarlo en las decisiones pero las tiene él. Un buen empresario tiene que compartir cosas con el jugador y analizar donde puede estar mejor a nivel de clubes. Velar por él y por dónde puede comenzar su carrera...como en el caso de Diego, que empezó en Independiente. No hay que apurarse en llevarlo. Se ve mucho en los empresarios los apuros para llevar a un chiquilín, sacarlo de su medio, para llevarlo a Europa y después no juega, no se sabe donde anda, jugadores con buenas condiciones y después desaparecen porque no juegan. Algunos pegan la vuelta para jugar de nuevo, entonces esos apuros no sirven de nada. Para mí un puente por Brasil o por Argentina es necesario, le da al jugador fuera del campo una cantidad de cosas que el fútbol uruguayo por ahí no se las puede dar.


- ¿A qué tipo de cosas se refiere?
- Relacionamiento, ciudad, formas de trabajo...porque acá todavía hay cosas que faltan. Ritmo de juego, también. Un puente, como hizo Diego, de dos años, para mí fue espectacular. Porque fue a un Manchester United que esos tres años no le pesaron porque hizo un pasaje muy bueno por Independiente...y luego hizo toda la carrera que hizo. Ferguson (N.de. R Alex, director técnico del Manchester por casi 30 años) nunca quiso que se fuera y siempre dijo que iba a ser lo que fue. Cuando el hermano y Daniel Bolotnicoff, su representante, le fueron a pedir que lo dejara ir, dijo que no y al final les dijo que si Diego iba a pedírselo iba a ver qué hacía. Al final Diego fue y él le dijo que quería que siguiera, que si quería jugar más ya iban a venir los tiempos de jugar más y que no había que apurarse. Pero Diego quería irse y se fue pero él le dijo: yo sé que vos vas a ser un grande y, bueno, los años fueron pasando y las cosas se fueron dando. Lo dicen lo que Diego ha hecho en los equipos, ganando todo lo que ganó, en el mundial, las botas de Europa, goleador del Mundial. Fue lo que vaticinó ese gran señor que es Fergurson.

Se me ocurre que eso no solo tiene que ver con el conocimiento de lo técnico del juego sino también con el conocimiento de la persona, de la psicología del jugador.

Sí, es así. Yo tuve la suerte de estar algunas veces con él y es una persona de mucha personalidad y cariñoso cuando tiene que serlo. Le cuento algo que no sé si mucha gente lo sabe: cuando Diego llega a Manchester, Fergurson tomo su auto y se fue él mismo a esperarlo al aeropuerto, lo levantó y se fueron a con él y con un amigo nuestro a pasear, a conocer Manchester, a conocer el estadio, la ciudad deportiva y estuvo todo el día con él. Yo pregunto ¿quién hace una cosa de esas cuando va un jugador a otro país? ...y creo que el Manchester tenía gente alrededor de Fergurson para ir a buscarlo (risas).

Y ahí se da cuenta: él quería entrar en intimidad, conocerlo, conocer la manera de comportarse, sentarse a almorzar, ver cómo se comportaba en una mesa de un restaurante...una cantidad de cosas. Ahí llegamos al punto: cuando vos hacés un paso por Argentina o Brasil, vos te encontrás con otros lugares, otras maneras de comportamiento que dentro de los que es nuestro país a veces no se da tanto pero en Argentina y en Brasil sí. Y no te encontrás con una Europa, de golpe, porque no es fácil el cambio.


- ¿Cómo ve a Uruguay para defender su título en esta Copa América de Chile?
- Yo creo que sin duda tenemos jugadores que se van viendo en el recambio, hay material...


- ¿Y Diego estará?
- Bueno, honestamente no sé. El termina por junio su contrato en Japón. Aparentemente quiere pegar la vuelta, ya tiene 35 años... por lo que nos dice a nosotros, su familia y amigos, quiere jugar dos o tres años más. No ha tenido lesiones y está bien pero va a depender de él. Físicamente está bien. Veremos...sin duda eso va a depender del nivel de cada uno y de la competencia que tiene cada uno, eso es importante. La competencia de buen nivel te pone o te saca de la selección, eso el jugador lo tiene que tener claro. Tienen que estar en buena forma para poder vestir la camiseta de la selección.


- ¿No basta con el nombre?
- No, no, el fútbol no se juega con el nombre y también te digo lo siguiente: al fútbol tampoco se juega con la cédula. No porque tengas 20 o 25 vas a jugar o 36 o 37 años no podés jugar, si vos estas bien y andás bien, los años no pesan. Vos tenés que ver los momentos en qué momentos estás y cómo andás. Es así de simple.


- ¿Cómo llega a hacerse socio de SMI?
- A través de uno de los socios fundadores de Impasa, Roque Molla.

 

Imprimir contenido