Fútbol: pasión y disciplina

Entrevista de Natalia Verdún a Héctor "Lito" Silva

Hace casi 40 años que no juega más al fútbol profesional pero seguramente los más veteranos todavía recuerden esos partidos en los que lucía su habilidad y técnica. Y para los futboleros más jóvenes es un nombre que "suena" por que evoca a la gloria del Peñarol de los 60, del Palmeiras y del trabajo en las juveniles de Danubio, su primer equipo profesional.

En esta entrevista, Silva demuestra que además de ser un gran futbolista es un gran docente, un hombre que utilizó la pelota como excusa para llevar valores y enseñanzas a los adolescentes privados de libertad y a los chiquilines que sueñan con ser estrellas.


- Su primer pase fue siendo adolescente y le costó al club 500 pesos ¿se acuerda si recibió algo de ese dinero?
- El asunto es así: yo tenía 14 años, fui a probarme a Danubio pero me dieron 10 minutos nada más, entonces dije "no vengo más" y agarré y me fui. Y unos amigos me dicen que en Canillitas, un club que estaba cerca de donde vivíamos, estaba pidiendo jugadores.
Enseguida me vieron y me ficharon; le conté a mi papá y me dijo: "vos estás loco, cómo te vas a fichar, ahora no te van a dejar ir más" pero yo pensaba que el día que no me gustara no iba a ir más. Y pasó eso, al año me pide Danubio, me quiere comprar y se arma un lío bárbaro porque los de Canillitas no me querían vender y yo les dije: "bueno, entonces no juego más". Entonces me puse a jugar al basketball en Larre Borges y fuimos campeones federales de menores en el año 55. Al otro año Danubio arregló con Canillitas y me llevó. Le dio plata y un jugador de primera división. Yo tenía 15 años.


- ¿Ganó dinero con ese pase?
- No, nada, pero podía jugar en todas las divisiones de Danubio. Jugaba desde 5ta hasta reserva y ya con 17 años jugué dos partidos en primera. Ahí me hicieron el primer contrato... los de primera que ganaban más, ganaban 400 pesos, entonces me dieron 100 pero yo pedí 25 más de presencia por cada partido. Ellos calcularon 25 por 4 partidos, son 100 pesos más pero yo jugaba 3 partidos por fin de semana: sábado en 5ta, domingo de mañana en 4ta y de tarde en reserva entonces hacia 75 pesos por fin de semana y por 4 eran 300 más los 100 fijos... (risas)


- Terminaba ganando igual que los de primera
- ¡Sí, ganaba igual que los de primera!


- Ahora a los jugadores de fútbol los vemos en todos lados, en televisión, en publicidades, son estrellas. En esa época era mucho menor esa exposición mediática.
- Si pero cuando yo fui a Peñarol, en el 64, ya era otra cosa, Peñarol era de los mejores equipos del mundo y un día estaba saliendo con mi novia -que luego fue mi señora- del cine Punta Gorda y estaban todas las cámaras de televisión esperándome porque había pasado a Peñarol y yo no sabía nada.


- ¿Se enteró así?
- Sí, me enteré al salir que ya habían firmado.


- ¿Cómo fue que pasó de Danubio a Peñarol?
- En el 64 hacía 8 años que estaba en Danubio y quería irme; me vinieron a buscar de Argentina, de España y tenía una oferta de Italia, Schiaffino me iba a llevar a Italia, pero me tenían que probar y apareció la oferta de Peñarol... Debuté contra Roma en Roma. Cuatro jugadores de la línea delantera ya estaban puestos: Abadie, Rocha, Spencer y Joya, y para el quinto éramos cinco jugadores, Cabrera, que había jugado en la selección conmigo, Sasía que también había jugado en la selección, Resnik que era argentino y Flores que era de la selección peruana.
O sea que para jugar era difícil. Yo empecé jugando con Sasía en Europa, después me rotó y me puso con Resnik y cuando llegamos a Montevideo me puso con Spencer y ahí gané el puesto.


- Hace poco estuvo en Salto viendo jugadores...
- Si, fui a Salto. Yo tengo buena visión para detectar jugadores, era para una gente de Argentina que me mandaron a ver si les podía recomendar un jugador. Siempre voy, he ido mucho a Artigas estando en Danubio.


- Hace poco escuché a unos periodistas deportivos hablando de la falta de técnica de los jugadores a raíz de la falta de "campito". Y en una entrevista a un diario salteño usted dijo que "ahora todo resulta más imperfecto, hasta menos exquisito". ¿Es tan evidente esa falta de "potrero"?- Si, es verdad. Yo siempre me pongo de ejemplo porque siempre siempre fui disciplinado, siempre me gustó entrenar, no fumo, no tomo, siempre hice una buena vida. Y también pienso ¿por qué no tienen la técnica que tenía yo? y saco la conclusión de que yo me pasaba ocho horas por día con la pelota y hoy un jugador no se pasa ni una hora él solo con la pelota. Yo hacía cosas que no las veo hoy, no es que no las quiera enseñar pero para enseñarlas no es decirles pegale así pegale asá, le puede pegar pero tiene que tener horas. Yo, por ejemplo, con 14, 15 años jugaba en la calle con muchachos de 30... que te pegaba cada patada que te tiraban para arriba (risas) entonces te vas fogueando. No
importa que sea más chiquito, más grande, no importa, que venga lo que venga. Te vas fogueando de una manera que no la tiene un chico que tiene 14 y no sale de su club. Nosotros jugábamos con lo que viniera, una pelota buena, nueva, una regular, como sea, picara o no picara. Primero, hoy no hay campitos... nosotros jugábamos en la calle, ahora si jugás en la calle te matan los autos y los campitos cuestan tanto que se hicieron muchos edificios.

Se hace difícil, hay que ir a los clubes, no hay tiempo, la vida es mucho más agitada. Se complicó. Antes me acuerdo de haber ido a Europa y estaba la selección de Alemania concentrada y el entrenador alemán le pidió al uruguayo para filmar el entrenamiento, hoy tenemos que ir a Alemania a aprender de ellos.


- Pero ellos tampoco tienen campitos...
- No, pero tiene buenas canchas y entrenadores y los tienen todos los días a los botijas que salen del colegio a un complejo donde tienen 10 canchas. Esas cosas ya las previeron, tienen buenos entrenadores que les pueden pagar, tienen pelotas, tienen todo. Acá es difícil, hoy se ha mejorado pero hay problemas de locomoción, los chicos no pueden ir solos, esos lugares quedan lejos. Hay un montón de complicaciones todavía.


- ¿El interior sigue siendo la cantera?
- Si, gracias a Dios. En el interior todavía tienen horas, espacio... no es el centro que estamos rodeados de autos y casas.


- Recién decía que usted era muy disciplinado ¿siempre fue así?
- Sí, siempre y siempre hubo jugadores que salían o tomaban. Eso hubo siempre. Yo tenía cumpleaños de quince y me quedaba durmiendo y mi hermano se iba, todos mis amigos salían y yo me quedaba porque sabía que tenía que jugar. Yo le sigo hablando a los muchachos de que no fumen, no tomen, que tienen que tener dedicación. Les digo que el entrenamiento es una parte, estudiar y entrenar pero después tenés que comer bien o tratar de comer bien y descansar. Es otra parte del entrenamiento porque podés entrenar muy bien pero si no comés o descansás bien, estás frito.... yo siempre hablo de la disciplina.


- ¿Cuándo habla con los más jóvenes?
- Cuando trabajo para un club generalmente superviso al entrenador, a los médicos, a todo el equipo. Ahí tengo contacto con los chicos. Me preocupa la alimentación porque vienen de zonas muy carenciadas y muchas veces, cuando empiezo a dudar de alguno, le hago traer una lista para ver cómo se alimenta en la semana y ahí veo el desastre. Hablo con la directiva y el chico termina alimentado por el club, en los clubes que tienen esa posibilidad... Otras veces cuando dudo les pido las notas, me voy al colegio.... no es fácil, los sigo de cerca (risas).


- ¿Y ellos cómo lo ven a usted? Estamos hablando de gurises de 14 años que cuando les dicen Lito Silva va a hablar con ustedes ¿saben quién es?
- Sí, sí, saben. Yo no les digo nada pero los padres y los abuelos les dicen. Entonces ellos empiezan a prestar atención. Hace cuatro años que no estoy más en Danubio pero los chicos que están jugando son los que yo dejé con 14 años y hoy tienen 18.
Ahí está Velázquez (Emiliano) que me acuerdo que tuvimos un lío con el padre porque le sacamos al hermano, porque era chico y no rendía lo suficiente... lo que pasa es que es un problema que estamos buscando jugadores permanentemente y el que no llega a los límites que nosotros queremos hay que dejarlo, lo tenemos que sacar... es un poco la ley de la vida. El padre decía que si lo sacábamos a él no iba a traer al hermano pero le dijimos que era bueno que jugara en otro lado y no estar con nosotros que no iba a jugar. Entonces se fue a Liverpol y Emiliano quedó con nosotros. Ahora es uno de los mejores. También tengo a Camilo Mayada, sigo hablando con él actualmente, le digo las cosas que hace mal, voy al club y le digo "¿Camilo estas haciendo el ejercicio que te mandé?" (risas) Soy exigente.


- ¿Los padres son un elemento difícil de manejar? A veces en el baby fútbol se los ve gritando, presionado y no hay que olvidar que muchas veces es el medio para el avance social ¿no?
- Los padres son difíciles, yo por ejemplo a los entrenadores los liberaba de los padres, que hablaran conmigo. Muchas veces opinan del juego, le dicen al chiquilín lo que tienen que hacer y a veces es opuesto a lo dice que el entrenador. Me acuerdo de un chico que era muy pero muy bueno que nosotros le decíamos que pasara la pelota y el padre le hablaba que tenía que driblear, que tenía que meter y nosotros le decíamos que el botija tenía otras características, que era muy técnico y que había que dejarlo así, como era él pero que lo veíamos mal anímicamente; ahí nos enteramos que se había muerto la madre y no nos habían dicho nada. Son cosas graves a veces, que uno no se entera...

Muchas cosas tenemos que hacer de psicólogo, que estudiamos un poquito, pero la mayor psicología la tenía de la cancha. Igual yo tenía una ventaja porque trabajé 11 años en el INAME, en la Colonia Berro.


- ¿Un trabajo relacionado con el fútbol también?
- Sí, por un proyecto de fútbol que presenté. Empecé en el 96 y estuve 11 años. Cuando empecé el presidente era Sanguinetti y en ese momento me dijo "mirá lo que tengo para ofrecerte son los chicos del INAME, si te animás" y le dije que no sabía que iba a pasar pero que iba... y un lunes -no me olvido más- me llama a casa y digo "pah, el presidente de la República, qué lío. ¿Qué pasó?", le pregunté y me dijo que había llamado para felicitarme porque me había ido a Argentina con 18 chiquilines con medidas de seguridad. Los llevé porque estaba confiado que iban a ir y volver.


- ¿Fueron a jugar a Argentina?
- Sí, fuimos y volvimos. Lo importante era volver (risas) y ganamos. Allá tuve un problema porque a una mujer de la organización se le ocurrió invitarlos a ir a bailar y, obviamente, no podían ir pero logré que no fueran y no rompieran todo. Tuve que charlar con todos, les dije que en definitiva lo que habíamos ido a buscar no era ganar el partido, a pesar de que estábamos contentos por eso, pero que habíamos ido a demostrar que la conducta era buena, que podían hacerse cargo de la adversidad, que no siempre tenían que pelear. Había llevado a un chico que era muy, muy bravo, y se portó bárbaro, agarré y le dije "mirá que no deje venir a nadie con vos, si llega a pasar algo me van a matar, me echan a mí" y me dice "quedate tranquilo que voy y vengo". Y fue y vino. Yo no les mentía. Cuando llegué y les dije de acá, de esta cárcel, vamos a ir a jugar a la cancha que está a un kilómetro, se reían, no creían. Les decía "vamos a ir a la cancha, vamos a jugar al fútbol, vamos a traer equipos, nos vamos a pelear".

En un momento nos querían sacar y los directores de los establecimientos pedían más horas porque los botijas volvían contentos, no tenían ganas de hacer relajo. Les organizaba campeonatos y les hablaba del entrenamiento, de no fumar. Empezaban a tomar conciencia... tenían un objetivo. A veces había un motín y cuando llegábamos se solucionaba porque querían jugar.

Yo iba de lunes a viernes, de la una a las cinco de la tarde, distribuía profesores por los diferentes grupos y luego ya iba a controlar cómo estaba todo.

No todos jugaban bien y entonces incentivaba a los que no jugaban bien. Salíamos a un viaje, por ejemplo, y llevaba 20 muchachos: 5 de los mejores y 5 por asistencia... no importa si eran horribles, yo los llevaba. Y les decían "¿cómo te metiste en el viaje si sos un desastre?" (risas) y los llevaba por la conducta, por no faltar nunca. Una vuelta había uno que era horrible (risas) pero había una competencia de salto largo y lo hice saltar (risas) y ganó. Estaba contentísimo, le dieron medalla y todo. Fuimos a Salto, a las Termas, a Mercedes.


- Para terminar hablemos del mundial ¿qué podemos esperar de la selección?
- Siempre el mundial es difícil, nos tocó una serie difícil pero buena para Uruguay.


- ¿Es el grupo "de la muerte"como dicen?
- Sí es pero para mí el partido con el que se decide todo es Costa Rica, el primero, si gana ese partido ya está clasificado porque los otros dos no le ganan a Uruguay. Si vamos como favoritos... a mí me gusta más que los equipos sean difíciles porque siendo difíciles todos se van a preocupar de ganar, ahí vamos a estar bien.


- ¿Qué jugador debería estar en la selección que no está?
- Siempre se piensa en algún otro jugador pero el maestro conoce el grupo... hay que tomar en cuenta que la selección tienen un nivel mucho más alto del que se juega acá, el nivel es muy alto y por eso entran los que están jugando a nivel internacional. Yo creo que Uruguay puede tener una buena actuación aunque sea difícil, todo depende de los cruces.


- ¿Lo va a ver desde acá o va a ir?
- Todavía no sé, capaz que algún partido voy. Tengo invitaciones para ir a ver el partido contra Inglaterra, a los otros es más difícil porque es más lejos. Ese es en San Pablo, es en mi lugar.-

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