Impacto del estrés sobre nuestra salud

Escribe Dra. Alejandra González Peluffo
Médico Internista y Adolescentes de SMI

Todos hemos sentido estrés en algún momento de la vida, este se define como una respuesta fisiológica normal ante situaciones amenazantes; cuando dicha respuesta se torna desmedida, comienzan a aparecer síntomas que pueden resultar nocivos sobre nuestro bienestar bio-psico-social.
En este artículo explicaremos las fases, grado y tipos de estrés enfatizando sobre la prevención y el tratamiento.

El estrés, (del latín stringere: tensión, apretar), epidemia del siglo XXI, se considera un síndrome general del tipo adaptativo que sigue siendo hasta hoy motivo de estudio, debido a su vinculación con el desarrollo de enfermedades no trasmisibles y con variadas manifestaciones en el organismo.
Su análisis también se relaciona con la psico-inmuno-neuro-endocrinología, tema de nuestro próximo artículo. Este es un campo científico interdisciplinario que se dedica al estudio de las interacciones entre el cerebro y los sistemas responsables del mantenimiento homeostático (estabilidad) del organismo.

Siempre relacionamos al estrés con algo negativo, pero existe el denominado estrés positivo; este, es aquel que no hace daño a nuestra salud y se manifiesta como una respuesta fisiológica adecuada y normal de nuestro organismo. Un ejemplo de estrés positivo es el que se genera en pruebas, exámenes,competiciones deportivas.

Cuando esta respuesta se torna desmedida y nos vemos sobreexigidos ante diversos factores estresantes comienza el estrés negativo en su primera fase, llamada fase aguda. Aquí se pone en marcha una compleja respuesta desde el cerebro al sistema endócrino, segregando las denominadas hormonas del estrés. Estas hormonas, entre las cuales se encuentran el cortisol y la adrenalina, son responsables de la respuesta brusca que se experimenta inicialmente, con aumento de la frecuencia cardiaca, sudoración en manos, cefaleas, bruxismo (apretar dientes), contracturas cervicales, trastornos del sueño.

Si los factores estresantes continúan y no se los reconoce a tiempo, se pasa a una segunda fase del estrés negativo denominada de resistencia. Aquí el organismo trata de sentirse a salvo, se segrega más y más cortisol, adrenalina y otras hormonas como glucagón, prolactina y hormonas sexuales.

Luego de esta fase de resistencia sobreviene una de agotamiento donde las reservas físicas y psíquicas quedan literalmente agotadas y es en este momento cuando comienzan a aparecer trastornos psicosomáticos y enfermedades.

 

¿Cómo medimos el grado de estrés?

Existen escalas como la Holmes y Rhae que otorgan puntaje a los diferentes factores estresantes. Si la sumatoria supera los 300 puntos el grado de estrés es severo. Entre los factores que más estresan se encuentran: fallecimiento de cónyuge, divorcio, problemas legales, fallecimiento de familiar cercano o amigo, enfermedades, accidentes, desempleo, retiro laboral, cambio brusco en finanzas,embarazo, mudanzas, períodos festivos.

Cabe realizar en este punto una importante aclaración: a veces no son los factores estresantes los responsables del grado del estrés, sino la interpretación que nosotros hacemos de los mismos.

 

¿Cuáles son los tipos de estrés?

Estrés agudo: aparece ante situaciones puntuales a corto plazo con manifestaciones como las que describimos en la fase aguda (palpitaciones, sudoración en manos, cefaleas, contracturas cervicales).

Estrés crónico: es el que se mantiene en el tiempo. Surge de las exigencias y presiones permanentes. Es agotador y desgastante; coincide con la fase de resistencia o agotamiento en la que ya aparecen enfermedades. Hipertensión arterial, trastornos coronarios, arritmias, diabetes, enfermedades autoinmunes, patologías tiroideas, trastornos gastrointestinales, disfunciones sexuales, trastornos en el ciclo menstrual, manifestaciones en piel, trastornos alérgicos, fatiga emocional, ansiedad, tristeza, irritabilidad, pérdida de memoria e inclusive envejecimiento son algunas de las manifestaciones que provoca el estrés crónico.

Estrés post-traumático: es aquel que se produce en los individuos luego de experimentar catástrofes naturales, guerras o situaciones devastadoras en su vida cotidiana.

Otros tipos especiales de estrés son el Síndrome de Burnout o Síndrome de quemado aquel que se produce por el desgaste profesional y el estrés laboral.


¿Cómo prevenimos y tratamos el estrés?

Uno de los puntos principales para la prevención del estrés es el "darse cuenta", o sea el reconocimiento del mismo. Debemos realizar un autoanálisis de nuestra realidad personal, familiar, laboral, social y, en silencio, reconocer qué podemos modificar para lograr un mayor bienestar.

Otra de las claves en la prevención del estrés es encontrar o darnos nuestros espacios para actividades saludables y recreativas. Es necesario "no engañarnos" a nosotros mismos, dado que nunca tenemos tiempo, o siempre encontramos excusas como el "no tengo tiempo para hacerlo", para no realizar estas actividades.

 

Algunas claves para prevenir el estrés:

-Hábitos saludables de alimentación, hidratación, y 8 hs de sueño son básicos para no desarrollar estrés
-Realizar ejercicio físico, caminatas, Pilates, gimnasias
-Ejercicios de respiración: la realización de respiración profunda consciente es una de las mejores armas para disminuir la tensión y el estrés, aprender a respirar bien en el momento justo, previene estados de ansiedad o los controla.
-Relajación muscular: Técnica de relajación muscular progresiva (Jacobson). La relajación de la musculatura voluntaria progresiva permite alcanzar un estado de profunda relajación y calma interior.
-Medicina Alternativa: entendemos por medicinas alternativas a aquellas que no están basadas en el método científico, entre las cuales se encuentran: homeopatía, quiropraxia, medicina tradicional china, medicina ayurvédica y otras. Cabe destacar en este punto, que la OMS se encuentra actualmente instrumentando un plan de estrategias y recomendaciones sobre medicinas tradicionales y complementarias para el decenio (2014-2024), iniciadas en el 2014
Por último, consideraremos el tratamiento farmacológico, en los casos estrictamente necesarios y una vez agotados los recursos propios y naturales.

En suma: el estrés es un depredador silencioso que es importante identificar para detenerlo a tiempo y evitar efectos nocivos en nuestra salud. Si nosotros no podemos identificarlo y comenzamos con los síntomas iniciales, es hora de tener una entrevista médica para abordar juntos una estrategia de prevención y tratamiento.

Dra. Alejandra González Peluffo
Médico Internista y Adolescentes de SMI


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